

Sin embargo, cuando empezaron a concretarse los detalles del juego el bajón fue de los que hacen historia. Todas mis expectativas quedaron reducidas a un mínimo atisbo de esperanza: el nuevo Banjo no tenía pinta de parecerse en nada a lo que yo tanto había disfrutado en N64. Pero un Banjo es un Banjo, así que mantuve las ganas y esperé pacientemente su lanzamiento.

Baches y Cachivaches es un título extraño que toma elementos de diferentes géneros para asentar sus cimientos jugables. Tras darle unas cuantas vueltas, creo que he sido capaz de desentrañar su fórmula, que comparto con vosotros. El resto del análisis lo basaré en dicha fórmula, espero ser capaz de transmitiros adecuadamente el resultado que consigue.

No me detendré en explicar una trama que, como en tantos otros, se limita a hacer de hilo conductor del juego, y que en líneas generales es completamente absurda (aunque no deja de ser muy graciosa). Sí os diré que trata de enlazar con la conclusión de su predecesor y que, de una forma muy tosca pero efectiva-, reelabora el universo creado en los títulos anteriores para encajarlo en la diferente propuesta que se nos presenta con esta tercera entrega de la saga. Sin duda, es mejor que os sorprenda con su humor irreverente y gamberro sin que yo os destripe nada.
GTA…

De igual modo se nos presenta un mapa en el margen inferior derecho de la pantalla, que facilita nuestra orientación y nos indica los diferentes objetivos de los que disponemos.
Obviamente, ahí acaban las semejanzas con el título de Rockstar porque, a pesar de que también hay una ciudad, el mundo de Banjo nada tiene que ver con las hiperrealistas calles que transitamos en GTA, ni los vehículos que manejaremos se parecen remotamente a los que utilizamos en dicho juego.
+ Banjo-Tooie…

También hay un cierto plataformeo, básicamente en el mundo central. Ciudad Duelo es una inmensa y detallada ciudad de cuento de hadas repleta de habitantes-animales con los que interactuar. Desde ciudad Duelo que en muchos sentidos recuerda a la ciudad Delfino de Super Mario Sunshine- podremos acceder a los otros 6 mundos que componen el juego, aunque para desbloquearlos tendremos que conseguir diferentes piezas de puzzle (las archifamosas jiggies). Lo curioso es que cada vez que consigamos jiggies, tendremos que recogerlas en extraños artilugios y transportarlas con nuestro vehículo hasta el banco una esfera flotante completamente transparente- donde quedarán almacenadas. Cuando alcancemos una cantidad determinada se nos entregará OTRA pequeña esfera que también tendremos que transportar a OTRO extraño artilugio para finalmente desbloquear el primero de los 6 (o 5) actos en los que se divide cada mundo. No siempre será fácil cumplir este objetivo, y en algún momento tendremos que pensar un poco para conseguirlo. La posterior acumulación de jiggies abrirá, ahora sí de forma automática, el acceso a los siguientes actos. Así pues, la función de las jiggies como tales pierde algo de sentido, dado que no hay puzles que completar.

En este sentido Baches y Cachivaches no defrauda: a nivel gráfico es precioso, y en más de una ocasión os encontraréis admirando embelesados esos colosales, coloridos y luminosos escenarios. Y aunque si os acercáis mucho descubriréis que las texturas no son tan detalladas como aparentan, lo cierto es que no importa demasiado: Banjo no es un juego en primera persona y luce maravillosamente si no nos dedicamos a analizar cada píxel. Sin embargo, en ocasiones la fluidez del juego se verá resentida por esa excesiva carga gráfica. Es una pena y afortunadamente no es un fenómeno frecuente pero, cuando se da, puede resultar un tanto frustrante.
El diseño artístico de los personajes y de los mundos podrá gustar más o menos, pero es innegable el enorme trabajo que hay detrás, y personalmente he quedado muy impresionado con algunos de ellos.
También regresan las melodías clásicas, que en esta ocasión suenan mejor que nunca (y que inevitablemente acabaremos tarareando como tontos mientras jugamos), así como los graznidos, gorgoritos, zumbidos, suspiros, gruñidos y demás algarabías que dan voz a los personajes del juego. En mi opinión, un diez a RARE por la valentía, y por respetar esos sonidos tan familiares que para muchos de nosotros son ya historia viva de los videojuegos, y que harán las delicias de los jugones más nostálgicos. El resto de efectos sonoros, sin sorprender, cumple sobradamente con la función de sumergirnos en los fantásticos e imaginativos mundos que el juego despliega ante nosotros.

Ciudad Duelo es, además, el lugar que pasaremos más tiempo explorando. Hay 900 notas musicales que recopilar, 57 cajas con piezas para construir vehículos, jiggies secretas, jinjos que rescatar, minjos jinjos malignos- que hallar y encarcelar, y unas cuantas sorpresas más que dejaré que descubráis vosotros mismos… Sin duda, será el mundo más agradecido por los fans de la saga, y recomiendo encarecidamente que paséis las primeras horas de juego deambulando por él, familiarizándoos con sus calles y encontrando el máximo número de notas y cajas. Eso no sólo os facilitará luego las primeras misiones, sino que hará más sutil la transición de la jugabilidad clásica a la nueva propuesta de Rare.

También conoceremos nuevos personajes entre los que destacan Tomás Trofeo, del que os hablaré más adelante, y el Señor de los Juegos, responsable de la nueva aventura de nuestros añorados protagonistas. El Señor de los Juegos convierte la experiencia de Baches y Cachivaches en una suerte de paródico juego dentro del juego si se me permite, un metajuego-, algo a lo que siempre han hecho referencia los amigos de RARE, pero que en esta ocasión explicitan con total claridad. Homenajeando una vez más a los clásicos, la cabeza del Señor de los Juegos es un monitor dorado con fondo verdoso en el que se intuyen claramente las raquetas y la pelota de PONG. Cada vez que haya tiempos de carga, la pantalla de nuestro televisor se reconstruirá en un puzle dorado como en los títulos anteriores- y la cabeza del Señor de los Juegos asomará, dándonos sabios consejos para que podamos completar el juego satisfactoriamente. Es interesante comprobar que los homenajes a lo largo de Baches y Cachivaches abundan, hasta el punto de que en algún momento se hacen respetuosas referencias a Mario, sin utilizar su nombre.
Otra gran noticia de la que poco puedo deciros ahora es que Baches y Cachivaches finalmente cumplirá lo que fue el delirio de los jugones en la época de N64: el famoso mito de la ice key y de los 6 huevos de colores- del Banjo-Kazooie original. Unos objetos secretos muy difíciles de encontrar cuyo misterioso propósito era desbloquear contenido oculto en la secuela, Banjo-Tooie. Desafortunadamente, eso nunca ocurrió, y los fans de la saga nos quedamos con un palmo de narices. El famoso misterio se convirtió en mito, y si buscáis en la red seguro que todavía encontraréis foros en los que se habla del enigma de la llave de hielo. Pero con Live Arcade parece que finalmente se resolverá la incógnita, y finalmente podremos hacer uso de los objetos secretos del Banjo-Kazooie original en Baches y Cachivaches. ¿Cómo? Sinceramente, no lo sé. Aunque tengo mis sospechas después de haber pasado casi 10 horas deambulando por ciudad Duelo…
+ Mario Kart…

Cuando accedemos por primera vez a un mundo éste se nos introduce con una entradilla, como si de una serie televisiva se tratara (de hecho he reconocido parodias de Buck Rogers y Dallas a ver si algún lector es capaz de identificar alguna otra), en la que los diferentes personajes del juego se nos presentan interpretando un papel determinado: Mumbo se puede convertir en un granjero desesperado, Jolly en un extraterrestre inverosímil…
Una vez dentro sólo tenemos que explorar ese inmenso escenario con el vehículo que consideremos oportuno, encontrar las 200 notas y, en cada uno de los actos en los que se subdividen, localizar a los jinjos y contactar con los diferentes personajes disponibles fácilmente localizables en el mapa-, que nos plantearán situaciones determinadas y pedirán nuestra ayuda a cambio de jiggies.
Los jinjos proponen retos simples, en los que básicamente se trata de ganar o perder utilizando vehículos: llevarlos de un lugar a otro en un tiempo determinado, derrotarlos en una carrera, encontrar objetos perdidos, lanzarlos lo más lejos posible al golpearlos con nuestro vehículo, combatir en plan sumo para sacar a nuestro contrincante de unos límites marcados… Al superar sus desafíos los jinjos abandonan el mundo y obtenemos fichas de Bingo que podemos usar en ciudad Duelo a cambio de premios.

Nuestros tiempos se pueden colgar después en un marcador on-line, y si lo deseamos podemos descargar y ver cómo los mejores jugones han logrado los suyos, consiguiendo de paso pistas sobre cómo mejorar nuestra actuación. Resulta realmente adictivo tratar de hacerse con los Tomás Trofeo, e incluso nos picaremos intentando llegar al top ten mundial o como mínimo acercarnos.
Y es que obtener las jiggies no será excesivamente difícil excepto en el tramo final del juego- pero hacerse con todos los Tomás Trofeo será una historia muy diferente. De hecho, desde ciudad Duelo, Tomás Trofeo nos ofrece la posibilidad de repetir todos esos desafíos y, a cambio de cuatro trofeos, nos recompensará con una nueva jiggy.
Es importante mencionar que los retos se desarrollan en el propio mundo que visitamos, y ponen de manifiesto su genial diseño, que a priori puede engañar por su apariencia excesivamente simple.
+ Lego (o Tente, o Mecano)…

El editor es asombrosamente intuitivo y mucho más simple de lo que podría parecer, y muy pronto estaréis experimentando con vuestras creaciones en la sala de pruebas que se pone a nuestra disposición en el garaje de Mumbo. El comportamiento físico de los vehículos es formidable cuando comprendemos las reglas internas que lo rigen-, y variables como el peso, la posición de las ruedas, la potencia de los motores, la situación de las hélices o incluso el consumo, tienen claros efectos cuando ponemos en funcionamiento nuestros vehículos. También dispondremos de artilugios varios para adaptar nuestros inventos a los retos correspondientes: armas diversas que requerirán de munición, muelles que nos permitirán saltar -o empujar objetos-, escudos protectores, aspiradoras, etc… De esta forma podemos encarar dichos retos de múltiples y variadas maneras: no existe una única solución, pero sí fórmulas más efectivas que otras.
Podéis imaginar así cuán necesario resulta encontrar todas las cajas que se ocultan en ciudad Duelo, o adquirir las piezas específicas que nos venderá Humba. Para colmo, he leído que a lo largo del juego se esconden diferentes piezas especiales que dotarán a nuestros vehículos de habilidades sumamente especiales. Sin embargo, hasta el momento, he sido incapaz de hallarlas.

Este aspecto del juego, ante el que debo confesar que fui un auténtico escéptico, se consolida como un inteligente, satisfactorio, sencillo y original editor que sabrán manejar prácticamente todos los jugones, y que sin duda encantará a aquellos padres con ganas de compartir su afición con los más pequeños de la casa: obliga a pensar mínimamente, a tener imaginación y a disfrutar creando. Es curioso cómo algunos de los títulos más relevantes de estas navidades basan su jugabilidad, en mayor o menor grado, en la capacidad creativa de sus usuarios. Little Big Planet, Wii Music y Baches y Cachivaches, cada uno a su manera, lo hacen. Y con mucho éxito, dicho sea ya de paso.
= Baches y Cachivaches

Baches y Cachivaches es ideal para cualquier tipo de público, su dificultad está muy bien ajustada y no obliga a que superemos todos los retos para que podamos acabarlo. Sin embargo invita una y otra vez a que exploremos sus mundos, y mejoremos los resultados en los desafíos. Incluso las opciones multiplayer son realmente completas y entretenidas ofreciendo variaciones sobre los diferentes retos para que los superemos colaborando o enfrentándonos contra otros jugadores.
No puedo cerrar este largo y espero que no demasiado cansino- texto, sin plantear un notable pero. Y es que se hace difícil de entender por qué RARE ha optado por reducir tan drásticamente el componente de plataformas. A pesar de que los desafíos con los vehículos demuestran ser imaginativos y plantean múltiples situaciones, lo cierto es que en algunos momentos pueden hacerse algo repetitivos. La variedad que hubiera aportado combinar eso con los momentos de plataformeo más tradicional que se atisban en ciudad Duelo podría ser precisamente lo que le falta a Baches y Cachivaches para convertirse en una de las experiencias más divertidas de la presente generación.
Pero que no os confunda esta crítica al final del análisis. Baches y Cachivaches es un juego absolutamente recomendable, incluso diría que imprescindible, y la dignísima tercera parte de una de las sagas más respetables que nos ha brindado esta industria.
