

Por desgracia, la mayor parte de estas traslaciones acaban dejándonos productos bastante mediocres que muy rara vez hacen honor a la obra original de papel. Este fenómeno siempre me ha dejado bastante indiferente dado que no sigo con especial atención a ninguno de estos populares personajes, pero aun así siempre ha habido uno que me ha fascinado más que cualquier otro: Batman. Desde luego no soy el más indicado para hablar sobre si ha sido o no el mejor adaptado al cine, pero lo que no se puede negar es que algunas de las obras resultantes de los escarceos del hombre murciélago ante las cámaras han dejado una huella imborrable en la industria. Para muestra, el reciente The Dark Knight (El Caballero Oscuro), que independientemente de su estatus como largometraje basado en el héroe de Gotham City, se ha convertido en una de las películas más aclamadas por la crítica y el público.

Pero esto es un blog de videojuegos (aunque por los anteriores párrafos casi no lo parezca) y hoy no vamos a comentar la obra de Tim Burton, sino el homónimo juego publicado ese mismo año para NES. Aprovechando la licencia de esta gran película, Sunsoft desarrolló uno de los títulos más memorables lanzados para la primera consola de sobremesa de Nintendo, superando de paso ese mito que dice que los videojuegos basados en licencias fílmicas siempre acaban resultando productos mediocres. Al igual que la película se había hecho un sitio por su calidad, independientemente de estar basada en este u otro personaje, el juego se podía disfrutar aunque nunca antes hubieras oído hablar de este justiciero enmascarado o de su eterno archienemigo, Joker.

No obstante, el espíritu de esa Gotham oscura y siniestra recreada con maestría por Tim Burton se logró trasladar también de forma elogiable al juego, a pesar de las posibles limitaciones que la consola podía tener. Desde las calles del primer nivel a los laboratorios y alcantarillados de los siguientes, esta adaptación del universo del señor de la noche no escatima en recursos para crear unos escenarios muy ricos en detalles y colorido, pero sin renunciar a ese genuino componente lóbrego que se muestra como denominador común para todos ellos y define tan bien la esencia del título. Las electrónicas y pegadizas melodías (muy adecuadas todas ellas) que ambientan cada nivel ponían la guinda a un apartado técnico de lujo para la consola.

En cuanto al componente plataformero, el diseño de niveles se encarga de todo para que nosotros tengamos una experiencia lo más interesante posible. Con enemigos y obstáculos inteligentemente distribuídos, tendremos que ser hábiles en el uso del escenario para realizar los movimientos oportunos, de forma que no vayamos a parar encima de un molesto rival, líquidos radiactivos, campos eléctricos o simplemente no nos precipitemos y nos veamos obligados a repetir una determinada sección. Para evitar en la medida de lo posible estos momentos de frustración, la clave será dominar el doble salto. Como era de esperar, el presionado del botón A nos servirá para saltar, pero si lo pulsamos una segunda vez estando en contacto con una pared realizaremos un segundo salto en la dirección opuesta, de forma muy similar a la de otros títulos como Super Mario 64. Esta habilidad (que se puede encadenar para subir grandes trechos sin tocar suelo firme) es absolutamente indispensable para llegar a buen puerto en la aventura, y las secciones basadas en ella pueden ser las más frustrantes o las más divertidas en función de nuestra pericia ejecutándola.

En definitiva, quizás Batman no sea ni el mejor juego de su época ni haya trascendido de la forma que otros contemporáneos suyos (como Megaman o Ninja Gaiden) han hecho. No obstante, he querido rescatarlo del olvido por dos motivos: el primero, señalado ya al empezar el texto, es el hecho de que detrás de esa leyenda que dice que las adaptaciones del cine al mundo de los videojuegos solo conllevan productos decepcionantes nos podemos a veces encontrar con títulos de gran calidad, como es el caso (aunque no sea una adaptación excesivamente fiel). El segundo, que a pesar de que estamos ante un juego que realmente no ha revolucionado nada a ningún nivel, merece ser recordado por lo bien que adaptó las mecánicas de la época y las aunó a una cuidada puesta en escena (pensando en los medios disponibles), que dotaba al título de una personalidad inconfundible. Todo un clásico que supo hacer honor a su nombre.
