Maldijo de nuevo su malasuerte y miró con envidia las tiendas de sus compañeros. Mientras ellos dormíancalientes en sus sacos, a él le tocaba estar vigilando el campamento. Encima eltiempo no acompañaba. El aire era gélido como un glaciar y no se vislumbrabaninguna estrella en el cielo. Era una noche de perros. Ni siquiera el recordarla gran victoria obtenida hacía apenas dos días consiguió apagar su enfado.
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Aquella guerra sería laprimera para todos, y quizá la última. Desde luego suya no era la culpa de quesus bisabuelos hubieran nacido distintos a los demás. Ellos no habíanconocido los tiempos anteriores, en los cuales se nacía con el destinopreestablecido, ni tampoco habían sufrido la expulsión de las grandes ciudadespor nacer sin ese destino escrito, así que lo que les empujaba a combatir enaquella guerra eran los relatos que los más mayores narraban con gran ímpetu,cargando de odio sus ojos, oídos, corazones, brazos y armas. Odio contraaquellos que una vez decidieron poner fin a la libertad del hombre. Odio contraaquellos que los expulsaron de sus hogares y los separaron de sus seresqueridos.
Ya no eran aquellospobres inocentes abandonados en una tierra hostil y peligrosa. Habían crecido.Lo que al principio eran pequeños asentamientos se había convertido en una granciudad autónoma, al margen de la Alianza. Ahora estaban organizados, y no sevolverían a dejar pisotear por nadie.
En ello andaba pensandoel vigilante cuando oyó un ligero ruido. Salió de su ensoñación y, con la manoen la empuñadura de la espada, que continuaba guardada en su vaina, comenzó aandar sigilosamente hacia el lugar desde donde le parecía procedía el ruido.Cuando llegó al lugar no vio absolutamente nada sospechoso, por lo que imaginóque habría sido algún animal el responsable.
Mientras se dirigía denuevo hacia la zona de vigilancia, se entretuvo calentándose las manos con elcalido aire procedente de su boca.
Menuda noche de mierda se dijo.
No se percató de laimponente figura negra que se plantó ante él. Cuando se quiso dar cuenta, yaera tarde. Intentó sacar su arma de la vaina, pero el frío había formado hieloen la abertura y la espada se atascó. El atacante realizó un giro de derechascon una bonita filigrana terminado en un estoque rápido dirigido a la gargantadel guardia. Ya era suyo. En lugar de acabar con su vida, mantuvo la espada aescasos milímetros de su garganta.
Dime por que debo dejartevivir espetó.
El soldado, hecho unmanojo de nervios, no puedo más que tartamudear.
Te lo preguntaré una vezmás. ¿Por qué debes vivir y no morir?.
¡Tengo mujer e hijos! atisbo a gritar el soldado. -¡Déjame vivir por favor! imploró sollozando.
Ante esta respuesta, elatacante de la armadura negra clavó sin dudar su espada en la garganta delsoldado.
Yo también tenía familia,y no por ello me permitieron vivir susurró mientras sacaba la ensangrentadaespada del cadáver.
Continuará…
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Tormento:
sin saber que hacer
Temiendo el brillo
de un nuevo amanecer
Desolado
Dia tras dia en mi habitación
Sin la razon
que me ayude a levantar
Amargado
Escoria social
Otro desecho mas
Destrozaron mi vida
Quien me puede ayudar?
Participe en una guerra cruel
Culpable o victima no lo se muy bien
Engañado
En el frente una nueva explosion
Con la guadaña flotando sobre mi
Aterrado
Maldito deber
Enemigo mortal
Obligado asesino
Maquina de matar
Y ahora que?
Quien me ayuda a volver?
Mi conciencia quema como el fuego
Y después
Quien me explica el porque?
Quien me ayuda a olvidar el tormento?
De vuelta a casa solo en la ciudad
Inadaptado, tratado como un animal
Puteado
Marcado ya nadie vela por mi
Y traicionado por los que defendí
Igual que un perro
Para los que luche
Solo soy un perdedor
Y he de sentirme orgulloso
De morir por mi nacion
Intrigado me dijo, a la espera de una segunda parte, que supero todas mis expectativas. Entonces, sembró en mí, un nuevo interrogante. Frente al final tan abierto del capítulo, ¿cómo aprovecharía sus inmensas posibilidades? Ahora, lo sé: con maestría. No puedo decir otra cosa. Jugando con el destino es una historia única, que se reinventa a sí misma, capítulo a capítulo.
He tenido el placer de leer dos de los siguientes capítulos, y os puedo asegurar que la cosa va a mejorar. Además, gracias al entusiasmo y la reciente inspiración del amigo, Ehldair, muy pronto tendremos en Mundo Destierro la saga completa, incluyendo sus dos nuevos capítulos recién salidos del horno. Algo de lo cual me siento orgulloso, ya que colaboraciones así, elevan el espíritu del blog, y animan a nuevos lectores y amigos, a sumarse a nuestra humilde comunidad literaria.
Gracias, Ehldair
¡Un saludo a todos!