En sueños II: In nocte obscura
Los rayos verdes del sol de tus sueños
Me alimentan, me ensalzan como toro
Que soy, como bestia moribunda
Que bajo el estambre de tu ser
Aguardo la muerte terrible
Y la fría podredumbre.
Agazapado te observo desnudarte,
Contemplo el rozar del mar con tu cuerpo
¡Y lo sueño! Que yo soy el mar
Y tú la sal, yo un águila
Y tú el hálito en que vago errante.
Lo grito a los cuatro vientos
Con la voz muda de llamarte,
Con las manos sujetas a la tierra
Que ayer pisaste,
Y la mirada turbia
De no poder volver a verte
Bajo el fulgor destellante
De quien nos da la vida.
Junto a ti me desnudo para enseñarte
La realidad de mi férreo, cristalino
Y puro ser, la libertad; mi casta.
Tengo una estrella guardada para ti
En las herraduras que dejan olvidadas
Los caballos que a la luna acercan
Al caer el sol bajo las cumbres
De tu cuerpo.
En tus manos la poso como una mariposa
Amarilla, pequeña y brillante
Para poder rozarte, mirarte a los ojos
Y de tus labios arrancar una sonrisa.
No tengo nada más para darte
Que estos pequeños versos,
Mi mirada oscurecida en la noche
Sin ti, y mis manos calientes
Para tu cuerpo frío.
Una cálida llamarada de viento
En calma, me rodea,
Me abraza en la noche junto al mar
Y me trae largos mechones
De tu voz serena
Cuando me empiezo a adormecer,
Para que sueñe contigo
Y me agarre a tu recién aflorado
Recuerdo.
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